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Presentación

Contra el olvido, la memoria restituye el equilibrio mediante la justicia.  Es una reparación frente al agravio intencional de contenidos silenciados.  Para ello, Raúl Fornet-Betancourt, actualiza los fundamentos constitutivos de la filosofía de la liberación, recupera su valor y proyecta lo que juzga pendiente desde los desafíos contemporáneos.

 

El texto es oportuno en el marco de la celebración del Día Mundial de la Filosofía, celebrado el pasado 18 de noviembre del año en curso. 

 

 Manifiesta la necesidad del pensamiento crítico frente a las estructuras injustas derivadas de una praxis que privilegia a los poderosos.  Lo suyo es la denuncia, pero también la exploración de posibilidades nuevas gestadas en la esperanza.  La condena de toda inspiración escatológica que asume lo ineluctable.

 

El programa planteado por Fornet-Betancourt no soslaya la crítica a las universidades.  La reconversión filosófica pasa también por la revisión de las bases en que se sitúan esas instituciones.  Lo dice de la siguiente manera:

“(En) el caso de la Filosofía Intercultural ese aporte se concretiza, entre otros, en un programa para la transformación intercultural de la institución universitaria. Y la razón que explica la concentración del esfuerzo crítico en este programa es la constatación de que la civilización hegemónica hoy, es decir, la civilización moderna capitalista, ha tejido una fuerte articulación entre saber, investigación científica e industria en la cual la univer­sidades y centros de estudios por lo general pasan a ser centros de produc­ción del “saber” que la hegemonía necesita para su perpetuación. Así las universidades se convierten en lugares ‘roba mundo’ que consolidan y contribuyen al perfeccionamiento de estrategias para la ‘emboscada civili­za­toria’ que se le tiende hoy por doquier a la diversidad de mundos de vida de la humanidad. Y me permito un inciso para añadir que en esto no con­viene hacer ilusiones sobre la uni­versidad latinoamericana, pues también ella ha caído en la trampa de las preten­didas normas internacionales de ex­ce­lencia académica y busca hoy su perfil más con un espíritu servil frente al sistema que con el espíritu rebelde y liberador de ‘Córdoba 1918’, por ejemplo”.

 

Que la lectura de nuestra edición sirva para el reencuentro con la filosofía y nuestra filiación a la rebeldía.  Desde este espacio auguramos la sedición de los espíritus insobornables, esa tradición liberadora milenaria que hizo decir a uno de sus protagonistas: “no he venido a traer paz a la tierra, sino espada”.

50 años de filosofía de la liberación

 

Raúl Fornet-Betancourt

Escuela Internacional de Filosofía Intercultural. Aachen/Barcelona.

 

Con motivo del 50 aniversario del nacimiento de la filosofía de la liberación el doctor Mario Casalla, presidente de la Asociación de Filosofía Latino­ameri­cana y Ciencias Sociales (Buenos Aires), me invitó a dar una conferencia como parte del homenaje que se orga­ni­zaba el 18 de septiembre de este 2021. Para ello me en­via­ron tres preguntas como “guion” para la intervención. Esas pre­gun­tas, presentadas por la profesora Alcira Bonilla en el evento, son el origen de este texto.

 

  1. ¿Cómo ve Ud. el presente de la filosofía intercultural y su diálogo con la filosofía de la liberación en los debates del pensamiento contem­poráneo del que ambas participan? Cuáles cree que pueden ser los princi­pales aportes en la actual encrucijada civilizatoria?

 

Antes de responder a la pregunta, me permito llamar la atención sobre el contexto u ocasión de esta intervención.  Me refiero a que esta intervención tiene lugar en el marco de un homenaje a la Filosofía de la Liberación con motivo del cincuenta aniversario de su nacimiento. Y llamo la atención sobre esto porque me parece necesario –por razones de honestidad intelectual y de responsabilidad histórica que implica siempre, como diría el teólogo Johann Baptist Metz, responder ante la memoria de pasión y de liberación de los pueblos – preguntarnos:

 

¿Qué homenajeamos y qué celebramos cuando hacemos un homenaje al cincuenta aniversario del nacimiento de la Filosofía de la Liberación? ¿Lo hacemos para tener oportunidad de celebrarnos a nosotros mismos y para congratularnos por la obra realizada en estos 50 años transcurridos?

 

Acaso se pueda hacer eso. Pues, si Gardel cantaba en su famoso tango “Volver” que “veinte años no es nada”, nosotros podemos decir que cincuenta años son mucho, y que, como en verdad muestra el recorrido de la Filosofía de la Liberación, en esos cincuenta años se ha hecho mucho.

 

Pero, mirando bien, ¿no desentona con el espíritu mismo de la Filosofía de la Liberación cualquier homenaje en el sentido de una cierta autocelebración? ¿No requiere más bien el ímpetu que puso en marcha al filosofar liberador en­tender este acto de homenaje como una ocasión para la renovación del jura­mento de fidelidad a la causa que se expresa en el ímpetu originante?

 

Pregunto de forma más concreta:  ¿No obliga el espíritu de la Filosofía de la Liberación a entender el homenaje a su nacimiento como un alto autocrítico para averiguar si se ha mantenido en estos cincuenta años transcurridos alerta y vigilante, atenta y fiel, al clamor de justicia de los pobres de la tierra (José Martí)? Pues que de ese clamor viene el ímpetu que la anima.

 

 

Creo que debería ser así, que ese debería ser realmente el sentido de este homenaje y que deberíamos, en consecuencia, convertir este acto de homenaje en una ocasión para celebrar la memoria subversiva que da nombre, contenido y sentido a la Filosofía de la Liberación; memoria subversiva que, a mi juicio, debe ser también la que siga haciendo de compás o brújula para el desarrollo futuro.

 

 

Sobre el trasfondo de las observaciones anteriores, paso ahora a contestar la pregunta que se me ha hecho.

 

Y empiezo constatando un momento que, al menos para mí, es obvio, a saber, que el diálogo de la Filosofía Intercultural con la Filosofía de la Liberación es un diálogo entre filosofías hermanas o hermanadas por un mismo espíritu. Y mi impresión es que en el marco del debate con otras filosofías del mundo se las percibe realmente como filosofías hermanas.

 

 

Aunque debo decir también que tengo igualmente la impresión de que en los debates filosóficos contemporáneos la hermana mayor, que para mí es justa­mente la Filosofía de la Liberación, tiene más problemas o dificultades de presencia que la hermana menor.

 

 

¿Por qué? Lo explico brevemente:

Primero, porque en los debates del pensamiento contemporáneo hay mucha preocupación por lo supuestamente novedoso y, con ello, una cierta tendencia al “estar a la caza” de la última moda, sean teorías o conceptos, para mostrar que se está a la “altura de los tiempos”. Y, para esta mentalidad preocupada por lo “último”, una filosofía que como la Filosofía de la Liberación” ha entrado en la edad madura de los cincuenta años, pues resulta una corriente de pensamiento algo a destiempo, “adulta”, “de ayer”. Un empleo: en muchos debates actuales se no­ta que tanto comentadores como se­guidores del llamado discurso de­colo­nial asumen la “novedad” de este plan­teamiento, sin al parecer detenerse a pensar que la Filosofía de la Libera­ción e incluso precursores de la misma en el pensamiento antiimperialista la­tino­americano ya había desarrollado las perspectivas que hoy reciben el nombre de decolonial.

 

 

 Segundo, porque, por lo general, los debates filosóficos contemporáneos se llevan a cabo en un horizonte de su­puesto pluralismo, es más, de relativismo ético, a cuya luz asustan afirmaciones fuertes, reclamos contundentes, que exigen una clara toma de posición tanto teórica como práctica. Por ejemplo, un reclamo como el del jesuita asesinado Ignacio Ellacuría de una civilización de la pobreza como salida a un mundo que difunde “el mal común” (Ellacuría), es un reclamo que hoy “suena mal”, que no se considera “políti­camente correcto” o que se le descalifica como anacrónico.

 

 

Tercero, porque el ya endémico problema, herencia de lo que con un nombre inadecuado se ha  llamado “eurocentrismo”, o sea, el problema de centrar la agenda de los debates filosóficos en torno a las cuestiones que los intelectuales de los países que gobiernan la civilización hoy hegemónica consideran que son los problemas prioritarios de toda la humanidad, este problema, repito, se ha agudizado hoy debido precisamente a que con la expansión planetaria de las nuevas tecnologías se ha intensificado la dominación civilizatoria y, con ella, la capacidad de sugestión de que los problemas más candentes hoy día son justos aquellos que se desprenden de los últimos avances de la civilización hegemónica. Ejemplos serían, por nombrar ahora sólo algunos casos, la digitalización del saber, la computarización de los mundos de la vida, el cambio de las relaciones sociales bajo condiciones de la realidad y la comunicación virtuales, la cuantificación total de los procesos de construcción de realidad o la singularización de las subjetividades.

 

 

He aquí tres momentos que para mí explican las dificultades que en­cuentra hoy la Filosofía de la Liberación para estar presente en muchos debates contemporáneos o, para ser tenida en cuenta, por más allá de los círculos de las personas que la cultiva. Fuera de esos ámbitos “amigos”, pareciera, pues, como que se la percibe como una filosofía que viene de una época ya pasada.

 

 

Es claro, por otra parte, que esa percepción también toca a la Filosofía Intercultural; pues, como decía, es la hermana menor de la Filosofía de la Liberación. Pero tiene la ventaja, dicho de una manera muy sintética, de que combina los reclamos de liberación con análisis de transformación cultural; y esto parece encontrar cierta resonancia en los debates del pensamiento contem­poráneo.

 

 

Pero vuelvo a lo que decía sobre la intensificación de la hegemonía civilizatoria en el mundo de hoy porque ello me da pie para pasar al segundo momento de la pregunta, a saber, la cuestión por los principales aportes en la actual encrucijada civilizatoria,

 

Ante esta cuestión empezaría por preguntar a su vez:

 

¿Estamos seguros de que como humanidad tenemos conciencia de que vivimos en una “encrucijada civilizatoria”?

En el Diccionario de Lengua Española de la Real Academia se dice que “encrucijada” designa aquel “paraje en donde se cruzan dos o más calles o caminos”. Y también se anota que su segundo significado es el de “embos­ca­da”. A la luz de esta aclaración terminológica, plantearía la pre­gunta anterior de una manera más precisa en estos términos:

 

¿Qué tenemos realmente: un mundo como paraje en el que se cruzan ca­minos abiertos o más bien un mundo que es víctima de una emboscada civilizatoria?

En su respuesta a esta pregunta la Filosofía Intercultural se decanta por lo segundo y por eso cree que uno de los aportes principales de estas dos filosofías hermanas consiste justamente en la crítica a la civilización hegemónica en el sentido concreto de denuncia de un robo de mundo. Una civilización que pretende convencer a toda la humanidad de que no tiene rival, suplanta, sustituye el mundo por y con su máscara civilizatoria; una máscara que esconde la diversidad del mundo y así también los caminos posibles que se podrían seguir. Más que “encrucijada” tendríamos una emboscada en la que per­demos el mundo en su pluralidad. De ahí que hablemos de robo de mundo.

 

 

Si nos fijamos bien, vivimos en el estuche de una civilización que nos exige y encamina para que seamos todos y todas según la imagen que en ella se proyecta de nosotros. Denunciar esta emboscada, como decía, es uno de los aportes.

 

Y en el caso de la Filosofía Intercultural ese aporte se concretiza, entre otros, en un programa para la transformación intercultural de la institución universitaria. Y la razón que explica la concentración del esfuerzo crítico en este programa es la constatación de que la civilización hegemónica hoy, es decir, la civilización moderna capitalista, ha tejido una fuerte articulación entre saber, investigación científica e industria en la cual la univer­sidades y centros de estudios por lo general pasan a ser centros de produc­ción del “saber” que la hegemonía necesita para su perpetuación. Así las universidades se convierten en lugares “roba mundo” que consolidan y contribuyen al perfeccionamiento de estrategias para la “emboscada civili­za­toria” que se le tiende hoy por doquier a la diversidad de mundos de vida de la humanidad. Y me permito un inciso para añadir que en esto no con­viene hacer ilusiones sobre la uni­versidad latinoamericana, pues también ella ha caído en la trampa de las preten­didas normas internacionales de ex­ce­lencia académica y busca hoy su perfil más con un espíritu servil frente al sistema que con el espíritu rebelde y liberador de “Córdoba 1918”, por ejemplo. Pero siguiendo con los aportes menciono todavía algunos otros que me parecen relevantes:

― Crítica del formalismo y conceptualismo en el pensar filosófico

― Fundar y desarrollar, como consecuencia del momento crítico anterior, colectivos o comunidades como sujetos de un pensar comunitario y si­tuado en la convivencia.

― Promoción de la contextualidad histórica de los procesos cognitivos.

― Superación del monismo epistemológico y del horizonte de la episte­mo­lo­gía en general como marco único para el reconocimiento y acredi­ta­ción del “saber” filosófico y sus expresiones.

 

  1. ¿Podría sugerirnos algunos temas claves para la formulación de una renovada agenda de trabajo de tales filosofías para las generaciones más jóvenes actualmente interesadas en tales estilos de pensamiento?

Pienso que la tarea o el propósito de renovar la agenda de trabajo de una filosofía requiere como condición de su factibilidad el facilitar primero un movimiento reflexivo que, aunque es un movimiento único, se bifurca en dos direcciones de sentido inverso pero intrínsecamente complementarias. Una es la dirección hacia dentro por la que se busca el cerciorarse de por­qué, cómo y con qué conceptos se formularon los temas de la agenda pri­mera que marcó el desarrollo posterior de esa filosofía. Y la otra es la di­rección que lleva hacia fuera, hacia la nueva contextualidad de mundo, como intento de comprender los desplazamientos históricos producidos en el entretanto y que dan perfil propio a lo que llamamos justo mundo de los días que corren ahora. Este intento es al mismo tiempo un intento de deter­minar en qué sentido los cambios constatados reclaman una recontex­tua­lización de la agenda originaria y sus conceptos.

 

 

Supuesto este doble movimiento reflexivo diría entonces que la tarea de formulación de una renovada agenda de trabajo para las generaciones más jó­venes debería ser el resultado de un esfuerzo común y mancomunado, compartido, precisamente con esas generaciones más jóvenes. Y ello debido no sólo a que, por estar más directamente involucrados por razones la­bo­ra­les etc., en la “maquinaria” actual, pueden tener mayor sensibilidad para sentir los nuevos desafíos así como las oportunidades de acción que también ofrecen los contextos actuales; sino también porque pueden ver desde la perspectiva del tiempo nuevo la pertinencia o no pertinencia de man­­tener viejos conceptos,  métodos o temas.

 

Como propuesta para iniciar una tarea semejante en grupos mixtos de tra­bajo indicaría los temas siguientes que, a mi modo de ver, sería claves para la renovación de una agenda común:

  1. Profundizar la crítica a la constelación epistemológica hegemónica y hacer manifiestos sus mecanismos de reducción de la diversidad cognitiva de la humanidad.
  2. Descivilizar el mundo, es decir, trabajar en mostrar las formas con que se genera la sustitución del mundo como paraje de lugares de diferencias por una construcción civilizatoria, uniformizante y mecanicista.
  3. Relanzar una nueva discusión cosmológica o un diálogo de cosmologías con y entre todos los pueblos originarios del planeta. Y, como la otra cara de esta tarea:
  4. El replanteamiento de la cuestión antropológica en el contexto de los debates actuales sobre el supuesto tránsito hacia una era “posthumanista” o “transhumanista, en cuyo fondo yace una ideología de la “descorporalización” del ser humano y del campo social que contradice los fundamentos “encarnacionistas” que sostienen muchas tesis tanto de la Filosofía de la Liberación y de la Filosofía Intercultural.
 

Pero termino mi respuesta a esta segunda pregunta observando en un pla­no general que la tarea de formular una renovada agenda de trabajo para un filosofar actual en perspectiva liberadora e intercultural debe plantearse tam­bién al menos estas dos inquietantes pregun­tas:

  1. ¿Cómo pensar por más allá de una civilización que embosca los hori­zontes alternativos del pensar?
  2. ¿Puede la filosofía adelantarse a la historia, tomarle la delantera, para ponerle delante de su curso el sentido de un deber ser. O, preguntado de otro modo, ¿estamos condenados a que el homo faber vaya siempre por delante del homo philosophicus?

Son preguntas que señalan hacia la posibilidad de la escatología en la historia. Pero con ello entraríamos en aquella categoría de problemas que José Ortega y Gasset llamaba tremebundos y que, como tales, exigen un tiempo que no tenemos ahora. Pasemos, pues, a la tercera pregunta.

 

¿A qué formulaciones o conceptos de su propio trabajo filosófico cree Vd. que sería útil atender para mejor comprender lo anteriormente dicho?

Agradezco la pregunta porque la percibo como una pregunta que me honra por el interés que refleja en mi trabajo. Pero debo decir también que es una pregunta que me resulta incómoda porque me obliga a hablar de mí mismo y esto es algo que siempre trato de evitar. Pero por no ser descortés intentaré decir algo.

 

En primer lugar que debería atenderse a que se trata de un trabajo que quiere promover una práctica filosófica que deja atrás la figura del filósofo o la filósofa como figuras aisladas y solitarias para ani­mar a pensar en grupos o comunidad. Este intento se ve en el marco en que se desarrolla mi trabajo fundamentalmente, es decir, en el “Programa de Diá­lo­go Filosófico Norte – Sur”, que se desarrolla desde 1989, en los “Con­gre­sos Internacionales de Filosofía Intercultural”, que se celebran regular­mente desde 1995, o en la “Escuela Internacional de Filosofía Intercultu­ral”, fun­dada en 2017.

En segundo lugar destacaría, sobre ese trasfondo del esfuerzo apuntado por fundar comunidades de reflexión crítica, los siguientes conceptos o formulaciones:

  1. La idea de la universalidad sin firma, porque puede ayudar a esquivar el escollo del relativismo cultural y ético, que, a mi juicio, representa siempre un pro­blema serio para un diálogo intercultural que no quiera alimentar la indi­ferencia o que no quiera terminar renunciando a la posibilidad de hacer afirmaciones contundentes en el mundo de hoy.
  2. La idea del diálogo lento de universos culturales que se traducen sus singularidades, ya que puede significar una perspectiva para superar la com­prensión todavía corriente hoy del intercambio entre culturas en términos de una dia­léc­tica que se daría entre culturas “particulares” y una supuesta cultura “universal”.
  3. El concepto de “desfilosofar la filosofía”, porque puede ayudar a fomentar el diálogo entre filosofías o. mejor dicho, entre las múltiples culturas del filosofar sin tener que pasar por una definición canónica de la filosofía ante la cual las otras deberán siempre justificar su diferencia.
  4. El concepto de “desculturizar” o “desteoretizar” las culturas porque puede contribuir, en un sentido semejante a lo propuesto en el punto anterior, a que se comprenda que una cultura no es necesariamente lo que su teo­ría dice de ella, que hay que distinguir, por tanto, entre cultura y teoría de una cultura. O sea que puede ayudar a comprender que el diálogo entre culturas no puede ser sólo un diálogo entre teorías culturales sino que tiene que ser al mismo tiempo un diálogo entre culturas vi­vi­das.
  5. La idea de la conveniencia de sustituir el término de “epistemología” por el de “culturas de conocimiento”, ya que puede ser útil para caminar hacia un verdadero equilibrio cognitivo de la humanidad al hacer ver jus­tamente que el concepto de epistemología queda estrecho para una práctica del reconocimiento del “saber” que nos trasmiten las tradiciones de sa­biduría.
  6. La idea de la “mutación antropológica” porque invita a pensar las consecuencias que tienen los modos de vida y convivencia que expande hoy planetariamente la civilización hegemónica para las condiciones de sub­je­tivización de las personas; y preguntarse si no estamos asistiendo a la “construcción” de seres humanos cuyas referencias básicas no son ya más las memorias históricas de sus pueblos sino las ofertas y promesas del sistema vigente.
 

Éstos serían, en resumen, algunos de los puntos que considero relevantes para continuar un trabajo común.

 

CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LOS MUERTOS (*)

Ana Lucía Xalin Lara

La celebración del día de los santos se lleva a cabo el primero de noviembre y el dos de noviembre se recuerda a los fieles difuntos. Es una celebración que se festeja de diferentes formas dependiendo de la región. En algunos lugares se realiza la elevación de barriletes, se dice que se eleva un barrilete como mensaje a nuestros difuntos y luego se deja ir. En otros lugares se hacen las carreras de caballos y se adornan las tumbas con flores.

 

En mi comunidad, Cantón el Bosque, se hace el tradicional fiambre, es una forma de compartir con la familia y de recordar a nuestros difuntos, claro que en cada familia es diferente. Se hacen las famosas conservas de jocotes miel, el ayote en dulce y el camote en miel. Como acto seguido se van a adornar las tumbas el primero de noviembre y se almuerza en el cementerio al lado de la tumba de nuestro difunto a modo de convivencia con ellos.

 

Es una celebración muy interesante porque a pesar de que ellos ya están muertos lo que se desea con eso es poder sentir la compañía y la presencia de ellos una vez más y según muchas personas esto se logra únicamente estos días, pues se cuenta que el frío que inicia en octubre anuncia la caminata que nuestros muertos emprenden para poder llegar con nosotros. En mi comunidad se reúnen algunas personas para contar algunas historias en torno al día de los muertos, no de terror sino historias que nos reconfortan y nos hace saber que existe un más allá.

La más famosa es que cada año se les da un par de días a los muertos para que ellos puedan visitar a sus familiares en la tierra.  Se dice que el frío de octubre es la señal de que los muertos han iniciado la caminata y que debemos prepararnos para recibirlos, incluso esos días podemos notar a los perros muy inquietos ya que ellos tienen la capacidad para ver a los seres que han fallecido. No debemos temer porque son nuestros muertos los que andan rondando. Debemos de poner una candela encendida y un vaso con agua para ellos.  La candela para iluminar su camino hasta nosotros y el vaso con agua para aquellos que murieron sedientos.


Se acostumbra a colocar la comida que a ellos más les gustaba comer cuando estaban en vida junto a la candela y el vaso. El último día de octubre podemos sentir ya la presencia de ellos y es cuando ladran aún más los perros.  El primero de noviembre se van a adornar las tumbas con las más hermosas flores pues es el lugar en donde ellos reposan, se lleva a cabo una convivencia en la tumba con toda la familia y se cuenta que ellos están ahí presentes disfrutando del día familiar.  En esa pequeña convivencia se recuerda cómo fue nuestro difunto, todo es sonrisas y alguna que otra lágrima.

Saliendo del cementerio podemos disfrutar del convite que está a la entrada del cementerio y jugar algún que otro juego en la feria, sin olvidar las bebidas y los platillos que podemos degustar antes de salir de esa calle. Al caer la noche volvemos a nuestros hogares con el corazón apretado y con un nudo en la garganta, pero nuestros muertos están ahí con nosotros y podemos sentir su presencia así que no es aconsejable llorar. El tres de noviembre es cuando ellos emprenden de nuevo su viaje hacia el más allá, se van contentos porque pudieron ver cuánto hemos crecido como persona y que los seguimos recordando con todo el amor posible, desde el tres esperan de nuevo el año siguiente para volver a estar con nosotros.

Es por ello que es una celebración el primero de noviembre porque los tenemos de nuevo con nosotros. El fiambre y las conservas son las más populares en Cantón el Bosque, el fiambre para reunir a la familia en el almuerzo y las conservas a modo de refacción, son momentos íntimos que se disfrutan con la familia. En Cantón el Bosque muchas familias van al cementerio a recordar a sus muertos, a recordar a esas personas que han formado parte de nuestra vida, que nos han preparado y dejado una enseñanza para afrontar el día con día.

Muchos extrañamos a personas que han fallecido pero recordemos que tarde o temprano nos volveremos a reencontrar con ellos, que mejor manera que hacerlos sentir orgullosos por lo fuerte que somos y no los recordemos con llanto sino con una enorme sonrisa para darle las gracias por lo mucho que hicieron por nosotros mientras estuvieron en vida. Todos hemos perdido a alguien a quien amábamos con el alma y la mejor manera de honrarlos es vivir nuestra vida en plenitud, en paz y jamás olvidándolos.

* Segundo lugar. Certamen de Ensayo literario breve. “Celebración del día de muertos en mi comunidad”.  Casa de Desarrollo Cultural de Santa Lucía Cotzumalguapa

CUENTO

 

La ostra

Juan Fernando Batres Barrios

Escritor

 

Estaba sentado en el malecón un anciano, Takashi era su nombre, un viejo hombre de mar y de trabajos rústicos toda su vida. Había sido pescador por mucho tiempo, sabía todo acerca del mar y en esa tarde ventosa de otoño veía el atardecer sin prisa.

 

A su lado se encontraba Ran, un chico de más o menos unos 15 años, que compartía con el anciano algunos días para encontrar consejo a una vida que él consideraba sin sentido. Lo extraño de los nombres es porque nos encontramos en una de las islas que conforman Japón.

 

Ran le contaba al anciano todos sus problemas, sus pensamientos y su desgano ante la vida, en los tiempos modernos hay tantas opciones de qué hacer con la vida que algunas veces el solo escoger es tan difícil como vivir en realidad. Takashi, sin perder la calma solo se queda en silencio la mayoría de las veces, dándole tiempo al chico para que saque de su interior todo lo que le oprime, algunas veces esta táctica funciona tan bien que él ni siquiera debe decir nada, Ran se contesta solo lo que debe hacer. El anciano se comporta como si fuera un estupendo psicólogo en su consulta.

 

Así se pasan las tardes en la isla de Shima, Takashi viendo los crepúsculos y tomando su té, Ran hablando a veces sin parar. El viejo hombre en ocasiones le cuenta al chico que la vida antes era más sencilla, lo mucho que se trabajaba en los barcos de pesca, las largas jornadas, pero que en realidad no se pensaba mucho en qué se hacía en realidad, se trabajaba igual en un barco camaronero como en el muelle limpiando pescado o en la alcaldía del lugar atendiendo a otras personas, trabajo era trabajo. Y lo honorable era hacerlo lo mejor posible.

 

Le contaba muchas historias de las hazañas en el mar que parecían más invenciones fantásticas que anécdotas verdaderas.

 

Una noche, buscarían juntos la estrella del norte en el muelle de la isla, Takashi quería enseñarle a Ran el cómo poder navegar en el mar guiándose por las estrellas y no por un GPS electrónico. Pero el chico nunca apareció; el viejo hombre no le tomó mucha importancia hasta que se dio cuenta de que habían pasado ya varios días y no sabía nada del muchacho. Lo buscó en la escuela y no supo nada de él, en ese momento se dio cuenta de que en realidad no sabía quiénes eran sus padres, ni dónde vivía.

 

Se dio a la tarea de buscarlo porque tenía un mal presentimiento de todo, Ran no se iría de la isla sin despedirse de él. Al final del segundo día buscándolo lo encontró en una clínica por intento de suicidio. Takeshi estaba destruido por dentro. ¿Cómo no se dio cuenta de lo mucho que la vida le dolía a su joven amigo?

 

Cuando pudo ser visitado Ran, el viejo le llevó un Ramen bien caliente para confortar el cuerpo y el alma. El viejo se disculpó por no estar realmente con él cuando lo necesitaba, que el hablar de las cosas del pasado se daba cuenta de que no le ayudaba a enfrentar al chico la vida de hoy…

 

El viejo Takashi le contaría a Ran quizá su última historia, le dijo que un tiempo él trabajó con el “Rey de las Perlas”, y este le dio una historia de sabiduría que ahora, Takashi, deseaba pasársela a aquel chico que había querido terminar con su vida.

 

 

Para que una ostra pueda producir una perla debe pasar algo importante, debe introducirse en ella una piedrecilla. Esto parece algo sin importancia, pero para la ostra es muy importante, esa piedra le causa demasiado dolor, tanto que puede hacerla morir. Le dificulta poder alimentarse, y por ser una ostra, no tiene en realidad alguna extremidad que pueda ayudarle para sacarse esa piedrecilla de ella misma.

 

Entonces, pasa algo que puede ser casi mágico, la ostra empieza a cubrir lo que le lastima con nácar, que es una especia de baba pegajosa que se va solidificando en la piedra, formando cada vez una capa más lisa y gruesa hasta que la piedra deja de dolerle a la ostra y deja de ser un peligro para ella.

 

Esa piedra se ha transformado en una perla, algo muy valioso, muy preciado y hermoso. De igual manera, muchas de las cosas que nos lastiman y nos duelen en la vida podemos dejar que nos destruyan y nos duelan por siempre, pero si las transformamos a través de nuestro ser y nuestro espíritu convertiremos muchas de esas cosas que hoy nos hieren en perlas de nuestras vidas, victorias e inspiraciones para muchos más…

Eso aprendí de Mikimoto sama, el “Rey de las Perlas” al entrar a trabajar con él antes de que muriera, dijo Takeshi y luego se quedó totalmente callado.  Pasó quizá más de tres horas sin escucharse una sola palabra en esa habitación, luego el anciano simplemente se levantó y se fue.

 

Takeshi, aún más viejo sigue admirando los atardeceres desde el malecón en la isla de Shima. En ocasiones sale a pasear en barco con un joven de más o menos unos 25 años, es Ran, ahora trabaja en otro pueblo, lejos de la isla, pero regresa cada vez que puede para ver a su muy viejo amigo. En una ocasión fueron a explorar los arrecifes de ostras del lugar y Ran encontró una ostra enorme. La abrió y en ella estaba una perla magnífica.

 

La tomó y se la entregó a Takeshi, él la vio y le dijo: ¿por qué me la das? Debe valer una fortuna y puedes venderla fácilmente en la ciudad, con eso vivirás cómodamente todo un año. A lo que el joven contestó: “Yo ya tengo mi perla, la que me salvo la vida, eres tú, viejo amigo”.

 

Fin

Mikimoto Kokichi (1858-1954) llamado rey de las Perlas por ser el primero que cultivo perlas de forma exitosa en Japón.

Isla de Shima Lugar que por su clima y mareas es el más propicio para cultivar perlas en Japón.

POESÍA

 

Renata Giambene

 

 

     Renata Giambene (Lucca, 1924 – Pisa, 2004). Escritora y poeta italiana.  Acerca de ella, Facundo D´onofrio nos dice: Publicó una vasta obra poética y narrativa. Los poemas de Passi di piedi nudi parecen estar obsesionados con la falta: con lo que no se tiene, con lo que no se puede dar. El yo lírico quiere pero nunca puede. Su tormento es no ser lo que pretende y no dar lo que cree que debería. Su operatoria en el mundo está siempre por debajo de las expectativas de los demás (que son las propias).  Con una voz pasional y vernácula, va a lo concreto: el amor, la muerte.

El pan de la muerte

He amasado un pan negro
hecho de tierra y de llanto
lo he horneado en el misterio
de una cripta, en lugar santo.

Si la muerte tuviera hambre
y golpeara a mi puerta
le diría: no, no estoy muerta
pero sí, toma un poco de pan.

En el fondo, amasarlo
no me da nada
ya que en aquel pan de tierra
fue sepultada mi gente.

 

 

Maternidad perdida

No más aquel revuelo
de hojas del otoño
ni aquella suave caricia
en el vientre laborioso
solo la nada.

Acuné en el aire
la dulce promesa de amor
y ya le decía palabras sublimes;
ahora me siento aturdida,
golpeada por un rayo de sol.

La cuna de sueños sigue allí
se mece todavía,
y me sube a los labios
un arrorró de llanto
mientras el alba se desvanece.
Se desvanece también la cuna y yo loca
le tiendo las manos.
La nube pasa y pienso:
habrá un mañana.

 

Los antepasados

Cada día la astuta contrabandista
alza el látigo y azota
verdades apenas relampagueantes.

Los antepasados sintieron el mal y el bien
aún húmedos en verdes envoltorios
y cada uno
confió al otro el mensaje
creación, amor, violencia
resistencia —
recomencemos de donde en el pinar los antepasados
descubrieron blandas huellas
de liebres y de pájaros
y cada uno
confió al otro la historia
de su origen.

Soledad

El silencio está dentro de mí.
Qué terrible es
sentirse como una piedra
mientras la carne blanda
aún recubre mis huesos.

Cuando buscaba los grandes
y quietos silencios
estaba viva
como el mercurio, inalcanzable
y tan viva estaba dentro de mi carne
que buscaba el silencio
para reposar.

Ahora, sobre esta piel consumida
¡ay!, tan leve y delicada
la caricia del viento
guardo todavía en mí.
Y en estos ojos dolientes
aún perdura la visión inmóvil
de la ciudad en la noche.
Pero el tiempo
será siempre el tiempo.
Ha cambiado la estación
y se ha vuelto más fría.
He absorbido todo aquel silencio,
ni un sonido, ni un llamado,
soy un faro que se apaga.

Alucinaciones

He tenido una infancia
con tantos juguetes
con tantos fantasmas.
Quisiera las luces pequeñitas
sobre mi cama, niña,
para vigilar las sombras.

Las noches han sido malvadas
con mis mejores años.
Las noches de los ojos severos.
Sobre la pared del frente
un ir y venir de imágenes:
la sonámbula del último piso,
la monja de oración
con los nudillos duros
golpeando un banco de escuela,
el ladrón Bizzù
el Bucio, el Mammone,
¡Cuántas, cuántas personas!

A ti

Hoy tienes el polen sobre el cabello
y tu risa es un canto.
Me dijiste besándome
y yo agité
los cabellos al viento
para que el polvo de oro
te cayera alrededor
como una niebla de sol.

Mientras pintas
yo también soy un color.
Me veo reflejada
en las imágenes que compones
y los ojos penetrantes
de tus mujeres en la tela
son los míos.
Quizás me convierta en un retrato
para gustarte un poco más.

Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda.

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